Claro que estás indignado.Están mintiéndote desde que has nacido.
Has crecido en un mundo
en el que ser uno más parece estar prohibido,
y ahora que eres mayor te miras al espejo
y descubres al más vulgar de los hombres.
Quien más quien menos,
todos estábamos llamados a ser grandes artistas,
o líderes empresariales, o dorados herederos
aunque tuviésemos padres pobres.
De niños contemplamos el milagro
de una patria en alpargatas que empezaba a calzar
deportivas Nike y mocasines Martinelli,
o el del pisito suburbial convirtiéndose en dos chalets:
uno en las afueras y otro en la playa.
El triunfo se convirtió en un derecho,
la riqueza en una rutina, el talento en puro trámite.
Y es duro llegar a la edad de las verdades
descubriendo que tu belleza no es comparable
a la que te insulta desde los anuncios,
que el éxito sigue pareciendo fácil para otros
y desesperantemente inaccesible para ti.
Empiezas a enterrar gente que no se iba a morir nunca,
y ves cómo tu piel empieza a avisarte de que tú mismo
serás el tema de conversación en una noche fría
de café rancio, colillas, chistes, sollozos, coronas,
curas, mocos, zapatos limpios y señoras enlutadas.
¿Cómo no vas a estar indignado
si has empezado a bajar la pendiente de tus años
sin haber vislumbrado la cima de tu gloria?
¿Cómo no vas a decepcionarte,
si tu padre no necesitó una carrera
para sacar adelante a cuatro hijos
y tú compartes un piso diminuto
con tres ingenieros y un neurocirujano?
Todo parecía tan fácil
que ahora es como si la vida se riera de ti.
No lo hace, pobrecilla.
La vida es como es y no es culpa suya.
Pero puedes estar tranquilo.
Cuando el superhombre muere
deja en su lugar al hombre.
Y no está mal ser humano,
un simple paisano sin más riqueza
que unos miles de amaneceres.
Ya sabes que no te enterrarán con honores,
ya puedes empezar a luchar porque te entierren
con cariño, con auténtico y genuino pesar.
El superhombre tiene un hueco en la Historia.
El hombre, en un puñado de corazones.
Recuerda esto cuando seas viejo de verdad
y tu tesoro sean los bailes a la desesperada
en la terraza de un hotel en Benidorm.