A Santiago Carrillo
Esta mañana he ido a ver tu cuerpo muerto.
Lo que
había dentro ya no lo mata ni
dios.
Te vas,
amigo, y aquí nos dejas con toda esta
mierda.
¿Quién te igualará, Santiago, quién será capaz
de pasarse un siglo aguantando
las arcadas,
haciendo de tripas corazón y de
corazón cerebro,
razón pura, en fin, justicia?
Dicen que
ahora lo tenemos más difícil que nunca.
Que te lo
digan a ti.
A ti, que
pasaste tus mejores años
siendo
una persona prohibida, expulsada,
amenazada,
negada, lo que llamaban un vencido.
A ti, que
nunca has gobernado,
que no
has sido el líder de la oposición,
que ni en
tu casa quisieron comprenderte,
y que ni
aún así abandonaste la lucha
durante
un segundo de una larga vida.
No hay
metáforas para definir tu ejemplo.
Podría llamarte titán, león, elefante, cíclope,
pero te
llamo hombre, que es el título mayor
que un
hombre bueno merece.