valiente ocurrencia

Yo es cobarde y plano. Casi Yo es mucho más valiente y de vez en cuando se rasca la coronilla. Bienvenidos a las ocurrencias de Casi Yo.

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jueves, mayo 07, 2015

Treinta y tres monedas traidoras

Con el tintineo culpable de las monedas atronando en la faltriquera,
atraviesa Judas los cantorrales con un tran tran intranquilo en la cabeza.

Se extraña de sorprenderse pensando en Mao Tse Tung,
"apalea a tu padre, denuncia a tu maestro".

Qué trabajo curioso el del traidor,
esperando siempre a que la Historia le tache de revolucionario o de rata.

La estratagema de Judas es ser desleal y mártir al mismo tiempo.

Recorre los andurriales del arrabal, entre el tráfico de burros y carretas,
y al otro lado de la calle se topa con su destino:

"Quiero treinta y tres metros de soga de pita trenzada",
solicita al hombre que atiende el mostrador de la ferretería.

"Son treinta y tres monedas, por favor".

Judas sale a la calle con la faltriquera vacía,
pero el tintineo culpable sigue atronándole los oídos.

Atraviesa otra vez el trajín atrabiliario del tráfico,
ataja por los huertos y en lontananza atisba su meta,
la higuera más altanera del todo el territorio.

Ata la soga de pita trenzada a la rama más alta,
y se anuda el otro extremo a la altura de la tráquea.
Contiene el hálito, se santigua y salta.

Con el tintineo culpable de las monedas aún retumbando en su corazón,
Judas se balancea a la sombra terrible de la tremenda higuera,
y abandona este mundo para mayor gloria del Santo Arrepentimiento,
el pilar fundamental de la fe de nuestros ancestros.

A la noche siguiente, el cristianismo se cobra su segundo mártir.


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