valiente ocurrencia

Yo es cobarde y plano. Casi Yo es mucho más valiente y de vez en cuando se rasca la coronilla. Bienvenidos a las ocurrencias de Casi Yo.

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sábado, septiembre 24, 2011

Soneto número cero

Existe una imposible ecuación
entre lo que quieres ser y lo que eres,
y tiene tan difícil solución
que con esa incógnita te mueres.

Yo quisiera tener en el melón
esas cosas que adoran las mujeres
y solo se me ocurre esta canción,
soy de la Complu, hija, ¿qué quieres?

Si no me sale ser más listo ni mejor
intentaré aprender a estar callado
en intentar seducirte con mi olor.

Pues si el talento me ha dejado de lado
y el dinero me esconde su color
con un besito me daré por pagado.

domingo, septiembre 04, 2011

Almax

Digiero mal la vida.

Viva lo que viva,

siempre se me quedan

trozos en el estómago.

Ese es el precio de comer

más de lo que puedes masticar.

Me lo trago todo entero.

Os tragué a vosotros, queridos amigos.

Me empaché, os cagué

y creí olvidaros.

Pero no.

No os olvido,

pobres víctimas de mi glotonería,

y sé que tampoco me olvidáis.

Sé que me perdonáis

más de lo que me perdono yo.

Digiero mal la vida.

digiero mal la amistad,

digiero mal la verdad,

digiero mal la mentira

y digiero peor el amor.

Qué mal os digerí,

amadas mías,

que tengo en las tripas

un detritus podrido

de besos, voces y perfumes.

Te digiero mal a ti,

mujer de mi vida.

A ti, que me comes

tan bien y tan despacito,

enriqueciéndome a cada bocado.

Y yo, que siempre tengo prisa,

te devoro sin miramientos.

Me trago tu dulzura,

tu sonrisa de ángel,

tus ojos verdes (¿o azules?

creo que ni tú lo sabes).

Te engullo y no te digiero.

Por eso a veces

te vomito encima

mi propio veneno,

como si tú tuvieses la culpa

de que yo sea gilipollas.

Digiero la vida la hostia de mal.

Fui a la farmacia,

compré mil tabletas de Almax,

y con furia asesina

me las tragué.

Casi muero en el intento

de expulsaros,

tropezones putrefactos.

Y ahí seguís,

fantasmas de mierda.

Ahí estáis, asesinos míos,

Y no puedo expulsaros

ni con Almax, ni con Evacuol

Ni con nada.

Preferís quedaros

nadando en mis jugos gástricos,

destruyéndome desde dentro

sin piedad y sin prisa.

Fantasmas de mi corazón,

¡qué justa es vuestra venganza!


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