Camino inverso

Dile a Dios que tenga fé,
que baje los ojos a la Tierra
y nos suelte una plegaria
con sentimiento sincero.

Dile que rece a diario,
sin venir a cuento,
mientras viaja en autobús
o después de las comidas.

Dile a Dios que nos ruegue
con absoluta confianza.
Nosotros sí usamos nuestro poder
contra desgracias y catástrofes.

Proyecto de haiku

La garza sobrevuela
los almedros en flor,
y yo no sé qué coño
quiere decir con eso.

Reunión

Según los aduladores
ayer estuve inmenso.

Ahí se sentaban
las fuerzas vivas de la empresa
-una graciosa hilera de ejecutivos en chanclas-
escuchando con entusiasmo
mi despliegue de datos,
sugerencias y pedanterías.

Si me preguntas qué dije
no sabré responderte.
Es muy triste hablar de oficio,
soltar palabras en piloto automático
como si un ventrílocuo te hubiera
sodomizado con su mano.

Mientras toda esa mierda
salía por mi boca
mi mente estaba fuera, contigo.

Pedagogía

Niño:
Escucha a tu padre.

Así algún día
descubrirás aliviado
que no le has hecho
ni puto caso.

Astronomía

Los científicos no tienen ni puta idea.

Según las leyes de la realidad,
el universo es un queso de Gruyére
enorme, grasiento e indigesto.

Los habitantes de estrellas y planetas
vivimos en las únicas zonas respirables,
los agujeros,
pero la verdadera sustancia,
lo que el fabricante pretende vender,
está en la materia oscura.

Y contigo pasa igual:
tú no estás hecho de carne y palabras,
eres un agujero de silencio y olvidos.

Dime lo que callas
y te diré quién eres.

Noche prosaica

No me pidáis que sea poeta
en esta noche de verano
sin brisa y sin estrellas.

El olor de una ballena muerta
sale de las alcantarillas
y se te pega a la ropa
como un niño mendigo.

No hay poesía en las vomitonas
que se secan en la acera,
ni en esa luna sin lucero
y claveteada de antenas.

Madrid no es una ciudad poética,
y menos ahora que se ha convertido
en un parque de atracciones
para borrachos y compradores.

Ya no tenemos ni coches
que nos agobien con la poesía dura
de sus bocinas y motores.
Cada vez hay más calles peatonales
y cada vez están más llenas
de paletos deslumbrados
por el fulgor de una ciudad
más provinciana que la suya.

No hay poesía en esta noche
de calor, ruido y basura,
no hay escapatoria
al ciclo prosaico del resoplar y joderse.
Si al menos pudiéramos dormir,
soñaríamos con playas y selvas.

Sociología Industrial

Camino de la oficina
me dejo vencer por el sueño.

Si al final no me quieren despierto,
me prefieren sufridor y bostezante,
desganado y perezoso.

El sueño me gana el sueldo
y creo que con eso basta.

Porque nada daña más
la conciencia del patrón
que tener un empleado
entusiasta y mal pagado.