Noche prosaica
No me pidáis que sea poeta
en esta noche de verano
sin brisa y sin estrellas.
El olor de una ballena muerta
sale de las alcantarillas
y se te pega a la ropa
como un niño mendigo.
No hay poesía en las vomitonas
que se secan en la acera,
ni en esa luna sin lucero
y claveteada de antenas.
Madrid no es una ciudad poética,
y menos ahora que se ha convertido
en un parque de atracciones
para borrachos y compradores.
Ya no tenemos ni coches
que nos agobien con la poesía dura
de sus bocinas y motores.
Cada vez hay más calles peatonales
y cada vez están más llenas
de paletos deslumbrados
por el fulgor de una ciudad
más provinciana que la suya.
No hay poesía en esta noche
de calor, ruido y basura,
no hay escapatoria
al ciclo prosaico del resoplar y joderse.
Si al menos pudiéramos dormir,
soñaríamos con playas y selvas.
en esta noche de verano
sin brisa y sin estrellas.
El olor de una ballena muerta
sale de las alcantarillas
y se te pega a la ropa
como un niño mendigo.
No hay poesía en las vomitonas
que se secan en la acera,
ni en esa luna sin lucero
y claveteada de antenas.
Madrid no es una ciudad poética,
y menos ahora que se ha convertido
en un parque de atracciones
para borrachos y compradores.
Ya no tenemos ni coches
que nos agobien con la poesía dura
de sus bocinas y motores.
Cada vez hay más calles peatonales
y cada vez están más llenas
de paletos deslumbrados
por el fulgor de una ciudad
más provinciana que la suya.
No hay poesía en esta noche
de calor, ruido y basura,
no hay escapatoria
al ciclo prosaico del resoplar y joderse.
Si al menos pudiéramos dormir,
soñaríamos con playas y selvas.
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