Año de nieves
¡Cómo le hubiera gustado
a la España de boina y arado
ver sus campos blancos
como el diente de un cachorro!
Pero estamos en la España
del ladrillo y la blacberry,
en un país con zapatos limpios
donde la nieve apenas sirve
para resbalarse.
Ahora que el agua es
algo que echar al jacuzzi,
la naturaleza nos regala
nieve como para un bautizo,
nieve para espantar a los turistas,
esos señores que nos echan de comer.
Empieza aquí un año de nieves,
año de leches, de gotitas congeladas
que solo traen gripe, slaloms gigantes
y un poco de belleza a unos ojos
escocidos de tanto buscar horizontes.
a la España de boina y arado
ver sus campos blancos
como el diente de un cachorro!
Pero estamos en la España
del ladrillo y la blacberry,
en un país con zapatos limpios
donde la nieve apenas sirve
para resbalarse.
Ahora que el agua es
algo que echar al jacuzzi,
la naturaleza nos regala
nieve como para un bautizo,
nieve para espantar a los turistas,
esos señores que nos echan de comer.
Empieza aquí un año de nieves,
año de leches, de gotitas congeladas
que solo traen gripe, slaloms gigantes
y un poco de belleza a unos ojos
escocidos de tanto buscar horizontes.
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