valiente ocurrencia

Yo es cobarde y plano. Casi Yo es mucho más valiente y de vez en cuando se rasca la coronilla. Bienvenidos a las ocurrencias de Casi Yo.

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martes, octubre 31, 2006

A los muertos

¡Ay de los pobres muertos
que se quedan sin mundo,
qué solos se van!

Se van sin nadie,
se van sin nada,
se van sin saber siquiera dónde van.

Por eso yo, que algún día
estaré tan muerto como mis muertos,
tengo tal voracidad de vida
que cada día rejuvenezco.

Y sois vosotros, mis queridos vivos,
el pan que me alimenta.

Es tan milagroso que estéis aquí,
consumiendo oxígeno,
que os veo y me dan ganas de llorar,
mis futuros pobres muertos.

Pensad en la fría tumba
y disfrutad del sol en el cogote,
del calor de un abrazo,
de la tibia caricia
de cada lágrima que vertéis.

Pensad en mí, que habré de morir,
y queredme, porque nunca nadie
os querrá tanto como yo.
Yo, que me conmuevo
con sólo saber que cada uno de vosotros
lleváis un río de sangre dentro,
un corazón que late,
un cerebro que —mejor o peor— piensa,
un sexo que desea,
un alma que en el fondo
jamás quiere salir de su cuerpo.

Yo, que siento cómo se me encogen
los alvéolos con sólo oíros hablar,
que me consumo de la emoción
cuando os dignáis escucharme,
yo,
que no me puedo creer que incluso
alguno de vosotros me queráis,
os estaré eternamente agradecido
sólo porque existís.

Por eso pienso en los pobres muertos,
en los que ya están muertos
y no tienen remedio,
y todos son como si fuesen mis muertos.

¡Ay, pobres muertos,
que os quedáis sin mundo,
qué no haría yo por traeros de vuelta!

Arrancaría los escombros de los terremotos,
me lanzaría a los cráteres de los campos de batalla,
vaciaría los hospitales y los penales,
entraría con una pala a todos los cementerios
y con mi beso de príncipe
os pondría de nuevo en el mundo
y os mimaría como a cachorros.

Que ya está bien de estar muertos.
Que ya está bien de estar solos.


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