Mística de primer curso
La otra noche cené
con mis amigas las cucarachas.
Compartíamos
las migajas
de mis vecinos.
Yo las protegía
del miedo tontaina
del asesino,
y ellas me cuidaban
de mí mismo.
Cuando me alejaron,
gozoso,
de mi condición humana,
comprendí:
La ingeniería perfecta
de sus cuerpecitos
color chubasquero
de color negro,
sus costumbres valerosas,
ajenas al pisotón de Damocles
o al Apocalipsis de insecticida,
me mostraron lo evidente.
Quien tiene miedo de Dios
no conoce a Dios.
con mis amigas las cucarachas.
Compartíamos
las migajas
de mis vecinos.
Yo las protegía
del miedo tontaina
del asesino,
y ellas me cuidaban
de mí mismo.
Cuando me alejaron,
gozoso,
de mi condición humana,
comprendí:
La ingeniería perfecta
de sus cuerpecitos
color chubasquero
de color negro,
sus costumbres valerosas,
ajenas al pisotón de Damocles
o al Apocalipsis de insecticida,
me mostraron lo evidente.
Quien tiene miedo de Dios
no conoce a Dios.
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