Eco de mis pasos
¿Qué hago yo
afeando la calle
un domingo de resaca?
Busco dónde encajar
en este dulce silencio
y soy
como la ficha de un puzzle
que se ha caído de la caja.
Quedaría horriblemente impropio
dentro de un corrillo
de jubilados,
o agarrando la manita
del niño de otro.
No me veo, definitivamente,
compartiendo los diez minutos
de perro y porro
del melenudo
que acompaña mis pasos
con el destello rojizo
que asoma tras sus ojeras.
Casi me avergüenzo,
mis inalcanzables crápulas,
del eco de mis pasos
violando vuestro sueño.
Pero si aquí pinto poco,
imaginadme anoche,
borracho y patético,
queriendo descifrar
el código perdido
de vuestros ritos.
afeando la calle
un domingo de resaca?
Busco dónde encajar
en este dulce silencio
y soy
como la ficha de un puzzle
que se ha caído de la caja.
Quedaría horriblemente impropio
dentro de un corrillo
de jubilados,
o agarrando la manita
del niño de otro.
No me veo, definitivamente,
compartiendo los diez minutos
de perro y porro
del melenudo
que acompaña mis pasos
con el destello rojizo
que asoma tras sus ojeras.
Casi me avergüenzo,
mis inalcanzables crápulas,
del eco de mis pasos
violando vuestro sueño.
Pero si aquí pinto poco,
imaginadme anoche,
borracho y patético,
queriendo descifrar
el código perdido
de vuestros ritos.
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