1982
Cuando
era 1982 yo tenía doce años
y vivía en Villaverde.
Chungo.
En aquél año y en aquél sitio había mucha heroína
y mucho héroe del cine quinqui al que emular.
Los niños de mi barrio nos dividíamos en dos grupos:
los
delincuentes precoces y las víctimas precoces.
Yo, por
desgracia, pertenecía al segundo grupo.
Así que me acostumbré a salir de casa con una bici
y volver
conmigo mismo,
a salir
con un balón
y volver
conmigo mismo,
a salir
con veinte duros
y volver
conmigo mismo,
a salir
con mi dentadura intacta
y volver
conmigo mismo menos un diente.
Podéis pensar que aquello me convirtió
en un
resentido, en un fanático de la mano dura,
en un
tipo duro y violento,
como
corresponde a cualquier cobarde auténtico.
Pero molo
más que todo eso.
Mi papel
de niño víctima me convirtió en un hombre libre.
Porque sé que yo soy yo sin bici,
que yo
soy yo sin balón,
que yo
soy yo sin veinte duros,
que yo
soy yo sin un diente y hasta sin pelo.
Por eso
mismo sé que yo seré yo
sin
dinero, sin amor, sin techo, sin trabajo
-sin
trabajo eres más tú que nunca, no me jodas-
sin
coche, sin abdominales,
sin
followers, sin fondo de armario,
sin nada
que no sea simple y llanamente yo.
Yo sé que no valgo nada, o que valgo mucho,
pero
sobre todo sé que no valgo ni más ni menos que tú.
<< Home