A Nicanor Parra
Inmortal ya eres, maestro,
y eso no hay quien te lo quite.
Pero entre tú y yo, patillas,
qué mala sombra darte
el Premio Cervantes
a tus noventa y siete años,
cuando no eres tan joven
como solías serlo en los días
en los que el lejano Parnaso
era un restaurante estirado,
insulso si lo mirabas desde la taberna
de mala nota a la que llaman vida,
en la que tú, lírico a la inversa,
cantabas al milagro en alpargatas
de haber nacido en forma de ser humano.
No te preocupes, maestro,
la gloria, si se porta bien,
no se casa contigo cuando eres joven.
El propio señor Cervantes
no hubiera ganado su propio premio.
El genio primero vive, y luego escribe.
Los jurados se componen de gente
que ni lo uno ni lo otro,
y si te cubren de laureles
es por envidia de lo que has sido,
porque no pueden soportar compararse
a los que son, y mucho menos
a los que son más que ellos.
y eso no hay quien te lo quite.
Pero entre tú y yo, patillas,
qué mala sombra darte
el Premio Cervantes
a tus noventa y siete años,
cuando no eres tan joven
como solías serlo en los días
en los que el lejano Parnaso
era un restaurante estirado,
insulso si lo mirabas desde la taberna
de mala nota a la que llaman vida,
en la que tú, lírico a la inversa,
cantabas al milagro en alpargatas
de haber nacido en forma de ser humano.
No te preocupes, maestro,
la gloria, si se porta bien,
no se casa contigo cuando eres joven.
El propio señor Cervantes
no hubiera ganado su propio premio.
El genio primero vive, y luego escribe.
Los jurados se componen de gente
que ni lo uno ni lo otro,
y si te cubren de laureles
es por envidia de lo que has sido,
porque no pueden soportar compararse
a los que son, y mucho menos
a los que son más que ellos.
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