La gloria
No hay ninguna gloria
en conquistar un país.
Dentro de mil años
habrás sido olvidado
o convertido en tirano.
No hay que ufanarse
por haber seducido
a una mujer hermosa.
El tiempo hará de ella
una vieja lamentable.
Nadie sabe quién fue
el que da nombre a su calle
y los laureles olímpicos
padecen una caducidad
de cuatro años infames.
La púrpura y el oro
son disfraces de payaso.
La muerte y el tiempo
hacen de lo eterno un mito,
una invención irrisoria.
El Parnaso está tan lleno
que Ovidio parece el botones,
el Valhalla se ha convertido
en un parque temático y
el Shangri-La en un balneario.
No hay gloria.
No de ese tipo.
Pero quizá exista algo
que te acerque a lo eterno:
Cuando la muerte se agarre
a tu mano más torpe, en la otra
tendrás un algo, un alguien
que no querrás soltar.
Ésa es tu gloria.
Si ya la conoces,
captúrala cuanto antes
y puede que disfrutes
de décadas de absoluto.
Y si no la conoces...
en conquistar un país.
Dentro de mil años
habrás sido olvidado
o convertido en tirano.
No hay que ufanarse
por haber seducido
a una mujer hermosa.
El tiempo hará de ella
una vieja lamentable.
Nadie sabe quién fue
el que da nombre a su calle
y los laureles olímpicos
padecen una caducidad
de cuatro años infames.
La púrpura y el oro
son disfraces de payaso.
La muerte y el tiempo
hacen de lo eterno un mito,
una invención irrisoria.
El Parnaso está tan lleno
que Ovidio parece el botones,
el Valhalla se ha convertido
en un parque temático y
el Shangri-La en un balneario.
No hay gloria.
No de ese tipo.
Pero quizá exista algo
que te acerque a lo eterno:
Cuando la muerte se agarre
a tu mano más torpe, en la otra
tendrás un algo, un alguien
que no querrás soltar.
Ésa es tu gloria.
Si ya la conoces,
captúrala cuanto antes
y puede que disfrutes
de décadas de absoluto.
Y si no la conoces...
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