Gilipolleo World Championship
Hasta los cuartos de final llegaron
los temibles hijos de papá,
detrás los perroflautas,
los meapilas de a Misa por boda,
los que se creen guapos,
los que se creen interesantes
-que son aún más creídos-,
los intelectuales de bar,
las putas de cliente único
y los que nunca se creen nada.
La competición fue despiadada.
Las putas de cliente único fueron eliminadas
por no tener nada de gilipollas,
los hijos de papá por tener menos todavía
y los perroflautas por oler mal.
Los que se creen guapos son unos gilís
tan notorios que se vieron derrotados
por los que se creen interesantes,
propietarios de una gilipollez
mucho más profunda y elaborada.
Los intelectuales de bar fueron descalificados
al tratarse de un filial del equipo de primera
compuesto por los que se creen interesantes,
y éstos se vieron aplastados
por el potente juego de los meapilas
a tiempo parcial. Su forma de confundir
la limpieza del alma con la de los zapatos
casi les sitúa en lo más alto del podio.
Pero no.
Al final ganaron los que nunca se creen nada,
porque creer en algo es de gilipollas.
Hay que ser gilipollas.
los temibles hijos de papá,
detrás los perroflautas,
los meapilas de a Misa por boda,
los que se creen guapos,
los que se creen interesantes
-que son aún más creídos-,
los intelectuales de bar,
las putas de cliente único
y los que nunca se creen nada.
La competición fue despiadada.
Las putas de cliente único fueron eliminadas
por no tener nada de gilipollas,
los hijos de papá por tener menos todavía
y los perroflautas por oler mal.
Los que se creen guapos son unos gilís
tan notorios que se vieron derrotados
por los que se creen interesantes,
propietarios de una gilipollez
mucho más profunda y elaborada.
Los intelectuales de bar fueron descalificados
al tratarse de un filial del equipo de primera
compuesto por los que se creen interesantes,
y éstos se vieron aplastados
por el potente juego de los meapilas
a tiempo parcial. Su forma de confundir
la limpieza del alma con la de los zapatos
casi les sitúa en lo más alto del podio.
Pero no.
Al final ganaron los que nunca se creen nada,
porque creer en algo es de gilipollas.
Hay que ser gilipollas.
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